31 agosto 2005
Quiromancia
Toma mi mano la recorre
sus yemas ásperas sus largos dedos sabios
observan con distancia
estas uñas sin filo
diez cáscaras rosadas, lunas ínfimas.
Pliega y descubre
ignorados surcos que sin duda
son cifras de un mensaje
como aquel que señala
un trígono perfecto:
destino, mente y vida
se unen en mis palmas.
Escucho el modo en que se ahueca
la entrada en el silencio.
Tócame.
No me muevo. Veo cómo le brillan
los ojos si es que apruebo.
Hay tanta gente aquí, pero no importa
es un momento íntimo perfecto.
Lo nota, sólo tiene mi mano
entre las suyas, hace tiempo suspendida.
Tócame. Algo cae.
El silencio nos aturde con su estrépito.
30 agosto 2005
Informe de un día
29 agosto 2005
¡Basta ya!
La palabra
28 agosto 2005
Mínima Moralia
Hablaste con sinceridad y te responde el silencio. Entonces dudás si es la verdad lo que conviene exponer, antes que nada.
No, -te decís-. No conviene.
Pero lo que conviene es lo que beneficia a algunos intereses. Tus propios intereses no son menos mezquinos que los de otro. ¿Por qué, entonces, habrías de beneficiar a tu yo, también mezquino?
Decidiste no hacer lo que conviene, sino lo correcto, lo justo, lo que no abunde ni dañe.
No estás dudando, ahora. Sin embargo, no darías a nadie este consejo. Sólo pensás en voz alta y das el paso.
Ser comprendido aporta una gran felicidad. Pero esa no es una dicha esperable. Sólo prescindiendo de ella, acaso pueda devenir; naturalmente.
No, -te decís-. No conviene.
Pero lo que conviene es lo que beneficia a algunos intereses. Tus propios intereses no son menos mezquinos que los de otro. ¿Por qué, entonces, habrías de beneficiar a tu yo, también mezquino?
Decidiste no hacer lo que conviene, sino lo correcto, lo justo, lo que no abunde ni dañe.
No estás dudando, ahora. Sin embargo, no darías a nadie este consejo. Sólo pensás en voz alta y das el paso.
Ser comprendido aporta una gran felicidad. Pero esa no es una dicha esperable. Sólo prescindiendo de ella, acaso pueda devenir; naturalmente.
27 agosto 2005
Los ojos de la gente
De qué extraña substancia están hechos
los ojos de la gente
qué materia asombrosa permite que se entienda
lo que en ellos asoma.
La humedad deliciosa de los verdes,
la paz de los celestes
los pardos que sugieren
el azul que rechaza
los negros, que se abisman
o hieren como filos.
Por qué de esos colores
las miradas distintas
las distantes
las que atan como cuerdas
las inútiles, como redes
para viejas mariposas.
Por qué le ofrecen cauce
al desborde del llanto
y los cierra el placer y el pánico los abre
o los nubla la ira y el amor los extiende.
Qué son, de qué están hechos
quién decide las cosas que habrán de mirar
qué otras
morirán sin que puedan
siquiera adivinarlas.
los ojos de la gente
qué materia asombrosa permite que se entienda
lo que en ellos asoma.
La humedad deliciosa de los verdes,
la paz de los celestes
los pardos que sugieren
el azul que rechaza
los negros, que se abisman
o hieren como filos.
Por qué de esos colores
las miradas distintas
las distantes
las que atan como cuerdas
las inútiles, como redes
para viejas mariposas.
Por qué le ofrecen cauce
al desborde del llanto
y los cierra el placer y el pánico los abre
o los nubla la ira y el amor los extiende.
Qué son, de qué están hechos
quién decide las cosas que habrán de mirar
qué otras
morirán sin que puedan
siquiera adivinarlas.
26 agosto 2005
25 agosto 2005
24 agosto 2005
Agua
Una forma estrellada es la idea del agua
una brújula exacta que me orienta
en los cinco sentidos.
Es la única cifra, repetida
la que exhibe en sus grietas
la piedra del pasado
esa cripta sellada por lacres invisibles
donde reposa el rostro
del padre de mis padres.
Algo trae y se lleva. El nombre que me dieron
antes de que pudiera siquiera pronunciarlo
no es más mío que el trazo
que mi huella le imprime
al verdor de la hierba
ni más fuerte que el viento
que dispersa las brasas
del fuego de tu sangre.
Es forma permanente
su evidente presencia
es cristal de un secreto.
Ese prisma estrellado es la idea del agua.
23 agosto 2005
22 agosto 2005
Dentro de tí, sin tí
20 agosto 2005
Truman
El, por ejemplo, consideraba que Borges era un "escritor menor". Yo entiendo que fuera así. Capote es un "vitalista", su literatura nace y crece desde otro lado. Por suerte, podemos leerlos y amar la obra de ambos. Porque Música para camaleones, o El arpa de hierba, por no hablar de A sangre fría (de la que hablan tantos) o El invitado del Día de Acción de Gracias... Joyas. Diamantes raros, escasos.
19 agosto 2005
Algunos dicen
la palabra muere
al ser dicha.
Yo digo que empieza
a vivir
ese día.
--0--
Que ella me olvidara fue lo mínimo
sentí una pena secundaria
que merezca el olvido
fue lo que más me preocupó.
Ser fiel era todo mi alarde
mas la constancia se volvió
para ella, innominada, como una vergüenza.
Emily Dickinson.
17 agosto 2005
16 agosto 2005
Verde. Rojo.
Es un verdor de fondo.
Descalzo. De mañana.
Telón de la mirada. Transparencia.
Es verano. Es un banco de la Plaza Lavalle.
Es la noche en el puente.
El fuego escaso. El frío.
La moviola: sus cintas.
Ay, papeles febriles. Regresos y regresos.
Más regresos.
Salvo aquella montaña
(la arena de la infancia)
sólo el polvo en los años sucesivos.
Rojo sangre. Se cierra.
Tabaco Caporal. Caricia delicada.
Rojo. Cierra.
Cómo vuelven sus ojos estos días.
Rojo es fin de lo verde.
Morirse es la penúltima crueldad.
Descalzo. De mañana.
Telón de la mirada. Transparencia.
Es verano. Es un banco de la Plaza Lavalle.
Es la noche en el puente.
El fuego escaso. El frío.
La moviola: sus cintas.
Ay, papeles febriles. Regresos y regresos.
Más regresos.
Salvo aquella montaña
(la arena de la infancia)
sólo el polvo en los años sucesivos.
Rojo sangre. Se cierra.
Tabaco Caporal. Caricia delicada.
Rojo. Cierra.
Cómo vuelven sus ojos estos días.
Rojo es fin de lo verde.
Morirse es la penúltima crueldad.
15 agosto 2005
Ultima cena
No es el plato frugal
ni la oración devota
no es la debida y otorgada reverencia
al pan que dios provee
para nutrir el cuerpo de los hombres,
tampoco el deslumbrante
silencio del convento a mediodía.
Cuando el sol ilumina el refectorio
se ven labios sellados y miradas furtivas.
En las almas avaras de pasiones
la impaciencia es tan cierta
como el rastro ondulante
que deja sobre el suelo la serpiente.
Los Dominicos eluden con los ojos
la cena que Leonardo no concluye
(aunque el hombre de fe siempre confíe
en rozar el corazón de un gran secreto
y sentirlo latir bajo su mano)
El Cristo queda sólo sugerido,
han pasado los meses
y el pintor interrumpe su boceto,
cada vez, la renuncia
a una forma mortal de la belleza.
En el ausente trazo del pincel
la línea, el horizonte
que conciben sus manos.
14 agosto 2005
Capricho del tiempo
13 agosto 2005
12 agosto 2005
Vinci, abril de 1452
Abrir los ojos al mundo
en la esfera lechosa
del cuerpo de una hembra descastada.
Cuando sus contornos no alcanzan siquiera
los límites del valle
la paz o el desconcierto
de las aguas del Arno
que escapan hacia el sur, buscando el mar.
Aún la tierra es plana.
Abrir los ojos
y que el suelo y el cielo
te formulen preguntas
a través de las especies y las formas.
Descubrir
las imágenes maestras inquiriendo.
Sin otra voz que el llanto todavía,
recibir la señal
que tendrás, hasta el fin,
sobre la frente.
10 agosto 2005
Velos
Es trabajo de la ilusión superponerlos, capa por capa, dotarlos a veces hasta de un extraño brillo, un brillo falso, desde luego. Con paciencia y de a poco, día a día, encantándose con el resultado de una forma caprichosa, como si fuera posible la creación de algo concreto con puñados de arenosa nada. Pero lo endeble cae, abruptamente. Se levanta el cerrojo, se descorre el velo. Se ve, se ve claro, real, inapelable. Si las lágrimas acuden en ese instante a los ojos, la visión de la verdad quedará, otra vez, suspendida. No lamento la verdad. Con dolor, la celebro. Agradezco.
09 agosto 2005
Suma
Los reflejos del fuego colorean el cuarto
los muebles y los muros, el vano de la puerta
las mantas que recubren el cuerpo desvelado,
todo absorbe enseguida un fulgor amarillo.
Leonardo ve
las espaldas que ceden al peso de una carga
los efectos del viento que agitan el cabello
el pie que se adelanta, la mano que se pierde
debajo de los pliegues suntuosos del vestido
los variados sentidos del rictus de los labios
un perfil que la risa contrae
las cejas que se enarcan por el llanto o la ira
las muchas formas en que el agua se desliza
los miembros que se tensan o descansan.
Engarza sus imágenes como cuentas preciosas.
En sueños, corrige cada tono
rectifica las líneas, las esfuma
y concibe detalles más sutiles.
Aprecia las distintas
cualidades del aire, de las nubes
de las motas de polvo suspendidas,
del mar que reverbera, y es plata sobre índigo
intenso azul nocturno.
Allí una barca próxima, rosada
u otra que, lejana, se deshace en lo obscuro.
Leonardo ve.
Cierra los ojos. Aún todo sigue vivo.
(Pinturas ciegas)
08 agosto 2005
Ecos
Muchas gracias a Magoo por el bello poema que me dedica, pero digo yo, en cuanto a la potencia, ¿no estaremos exagerando? Yo ya no estoy para faunos ni efebos. No sé tú.
07 agosto 2005
Moebius (Lo que se pueda poseer está perdido)
Buscabas el momento propicio
en que todas las fuerzas actuaran su equilibrio
el sistema perfecto
el instante en que se abran los goznes de la puerta.
Buscabas el espacio, el hiato, una hendidura
ese vecino ajeno, el otro del sí mismo
la materia reunida en el soplo del viento
los planos de la Arcadia, señalados
la moneda que acuñan las zozobras del sueño.
En los raros jardines, hallaste, sin quererlo
el hilo incandescente que desteje la araña.
La imagen está ciega
tus puños son los huecos
ese vacío pleno que rebalsa en las palmas.
05 agosto 2005
Todo se queda inmóvil
"La experiencia amorosa nos da de una manera fulgurante la posibilidad de entrever, así sea por un instante, la indisoluble unidad de los contrarios. Esa unidad es el ser. Heidegger mismo ha señalado que la alegría ante la presencia del ser amado es una de las vías de acceso a la revelación de nosotros mismos. Aunque nunca ha desarrollado su afirmación, es notable que el filósofo alemán confirme lo que todos sabemos con saber oscuro y previo: el amor, la alegría del amor, es una revelación del ser. Como todo movimiento del hombre, el amor es un "ir al encuentro". En la espera todo nuestro ser se inclina hacia adelante. Es un anhelar, un tenderse hacia algo que aún no está presente, y que es una posibilidad que puede no producirse: la aparición de la mujer. La espera nos tiene en vilo, es decir, suspendidos, fuera de nosotros. Hace un minuto que estábamos instalados en nuestro mundo y nos movíamos con tal naturalidad y facilidad entre cosas y seres, que no advertíamos su distancia. Ahora, a medida que crecen la impaciencia y el anhelar, el paisaje se aleja, el muro y las cosas de enfrente se retiran y repliegan sobre sí mismas, el reloj marcha más despacio. Todo se ha puesto a vivir una vida aparte, impenetrable. El mundo se hace ajeno. Ya estamos solos. La espera misma se vuelve desesperación, porque la esperanza de la presencia se ha trocado en certidumbre de soledad. No vendrá. No habrá nadie. No hay nadie. Yo mismo no soy nadie. La nada se abre a nuestros pies. Y en ese instante sobreviene lo inesperado, lo que ya no esperábamos. El goce ante la irrupción de la presencia amada se expresa como una suspensión del ánimo: nos falta suelo, nos faltan palabras, la alegría nos corta la respiración. Todo se queda inmóvil , a mitad del salto en el vacío. El mundo impenetrable, ininteligible e innombrable, cayendo pesadamente sobre sí mismo, de pronto se levanta, se yergue, vuela al encuentro de la presencia. Está imantado por unos ojos, suspendido en un misterioso equilibrio. Todo había perdido sentido y nosotros estábamos al borde del precipicio de la existencia bruta. Ahora todo se ilumina y cobra significación. La presencia rescata al ser. O mejor dicho, lo recrea. Nace el ser de la nada. Pero basta con que no me mires para que todo caiga de nuevo y yo mismo me hunda en el caos. Tensión, marcha sobre el abismo, marcha sobre el filo de una espada. Tú estás aquí, frente a mí, cifra del mundo, cifra de mí mismo, cifra del ser".
OCTAVIO PAZ (El arco y la lira)
03 agosto 2005
Chinos
Hay un vaho a madera, un aroma de sàndalo
una atmósfera límpida.
La puerta de su casa se orienta hacia el oeste
sus ventanas admiten
que la luz se impaciente
y teja sobre muros de lisa superficie
una trama curiosa de sombras como lazos
que sellan sus uniones
porque aquello que vibra en idéntico tono
se encuentra, se reúne.
Ellos han conocido la amplitud de este mundo
y no han sido mundanos.
Han viajado por vastos territorios
han cruzado los mares y surcaron el aire
hasta llegar aquí.
Reciben al que llega, despiden cordialmente
a quien decide irse,
no contienen sus gestos ni levantan la voz
valoran la verdad y la armonía
sonríen, se sonrojan
atentos a los otros, ofrendan lo que tienen
y son dueños de sí, por sobre todo.
Yo respiro su casa
y se aquietan los cuartos de mi casa
la tarde que transcurre
se asienta blandamente sobre un confín lejano
de prados infinitos y ríos de colores
un prolijo camino trazado con los pasos
de hombres anteriores, con idéntico espíritu,
campesinos de túnica sencilla
que ascienden todavía las montañas azules
sin apuro y sin pausa.
En los sesgados ojos de la hija
que busca las palabras en mi idioma
como quien eligiera en un jardín profuso
las flores adecuadas,
se refleja la calma.
Esas caras sonrientes y amarillas
en las tazas de té dibujan lunas
con un punto sombrío.
Ya es de noche
en la negra extensión
del cielo que resumen las persianas
hay un punto de plata que ilumina.
"Saber que el agua sirve
para saciar la sed
no sacia
la sed que hay en los hombres".
Habría que beberla.
Llevar, desde una lengua hacia otra lengua
lo invisible del mundo
apenas nos acerca a lo que en ellas
desnudo reverbera
y desde allí nos habla.
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02 agosto 2005
No ha sucedido nada todavía
Muchas sombras de difuntos no hacen más que lamer las ondas del río de los muertos, porque llega de nuestro mundo y conserva el gusto salobre de nuestros mares. Entonces, el río, detenido por el asco, se pone a correr hacia atrás y empuja a los muertos de vuelta a la vida. Pero ellos están felices, cantan himnos de agradecimiento y acarician las aguas trastornadas.
A partir de cierto punto, en adelante no hay regreso. Es el punto que hay que alcanzar.
El momento decisivo de la evolución humana está siempre en transcurso. Por eso tienen razón aquellos movimientos espirituales revolucionarios que declaran insignificante todo lo anterior, ya que, efectivamente, no ha sucedido nada todavía.
Franz Kafka (cuadernos en octava)
01 agosto 2005
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