20 marzo 2007
Interiores
Y sin embargo no te queda más que un amor impersonal, amor de humanidad, amor del mundo diluido y concentrado en lo que vive, conciente, atento, despierto a toda hora. Algunos ven en esta aurora el desencanto, vos te dirigís al horizonte, sumás las realidades que el tiempo alinea (a veces sinuoso) y con una pequeña pátina de angustia, reconocés la suerte inevitable que te separa de la mayor angustia: la zozobra permanente, la duda oceánica atormentando tus intentos. Y estás, salís, flotás en una corriente -dolorosa también- pero cargada de luz y de sentido. La mesa y el suelo tiemblan: pasa el tren. Todos los días alguien viaja. Los polizontes no siempre consiguen -siempre agitados, eso sí- llegar a su destino.
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2 comentarios:
Horizontes, sentidos, destinos...
Y si todo, no fuera más que el recorrido, con los amores humanos, los vacíos y los posibles que arriban siempre como enigmas?
Saludos
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