08 marzo 2007

Leer


...Leer es tan fácil, dicen aquellos a quienes la larga familiaridad con los libros ha quitado todo respeto por la palabra escrita; pero en cambio, quien trata hombres o cosas más que libros y debe salir todas las mañanas de su casa y volver de noche endurecido, cuando se repliega por casualidad sobre una página, se da cuenta de tener bajo los ojos algo áspero y poco común, evanescente pero fuerte al mismo tiempo, que lo agrede y lo descorazona. Es inútil decir que este último está más cerca de la verdadera lectura que el otro.
Con los libros ocurre como con las personas. Deben tomarse en serio. Pero precisamente por eso debemos cuidarnos de hacer ídolos de ellos, es decir, instrumentos de nuestra pereza. En esto, el hombre que no vive entre libros, y para abrirlos debe hacer un esfuerzo, tiene un capital de humildad, de fuerza inconsciente -la única que vale- que le permite acercarse a las palabras con el respeto y el ansia con que uno se acerca a una persona predilecta. Y esto vale mucho más que la "cultura"; más aún, es la verdadera cultura. Necesidad de comprender a los otros, que es, además, la única manera de comprenderse y amarse a sí mismo: la cultura empieza a partir de aquí.
Los libros no son los hombres, son medios para llegar a ellos; quien los ama y no ama a los hombres, es un fatuo o un réprobo.
Hay un obstáculo al leer -y siempre es el mismo, en cualquier campo de la vida-: la exagerada seguridad en uno mismo, la carencia de humildad, el rechazo a aceptar lo otro, lo distinto. Siempre nos hiere el inaudito descubrimiento de que alguien ha visto, no mucho más lejos que nosotros, pero en forma distinta que nosotros. Estamos hechos de triste costumbre. Nos gusta asombrarnos, como los chicos, pero no demasiado. Cuando el estupor nos imponga realmente salir de nosotros mismos, perder el equilibrio para encontrar otro quizás más arriesgado, entonces apretamos los dientes, pataleamos, realmente volvemos a ser niños. Pero nos falta la virginidad de éstos, que es inocencia. Nosotros tenemos ideas, tenemos gustos, precisamente hemos leído ya libros: poseemos algo, y como todos los que poseen, temblamos por ese algo...

...Se habla de libros. Y es sabido que los libros cuanto más pura y llana sea su voz, tanto más dolor y tensión han costado a quien los ha escrito. Es inútil entonces esperar sondearlos sin responder como totalidad...

...El arte, según dicen, es una cosa seria. Es, por lo menos, tan seria como la moral o la política. Pero si tenemos el deber de acercarnos a estas últimas con esa modestia que es búsqueda de claridad -caridad para con los otros y dureza para con nosotros- no se ve con qué derecho, delante de una página escrita, olvidamos que somos hombres y que un hombre nos habla.

Césare Pavese

4 comentarios:

Plaza Aydesa dijo...

al fin algo de dulce cordura... gracias Inx

Anónimo dijo...

Recuperar la mirada de los chicos ante el hecho artístico, que suena tan rimbombante pero no es más ni menos que un pedido de auxilio, un acto de comunicación desesperada en el que buscamos cómplices para estar menos solos.

Me llegaron hondo tus palabras Inés.
Un saludo.
Marcela

inx dijo...

No fui yo, fue EL. Pavese es siempre una dulce cordura en medio de esto que hay, de esto que se lee.

malditas musas dijo...

Digo tus palabras porque vos las tomaste para colocarlas aquí y compartirlas con nosotros.

Un saludo.