Para mi madre, nacida en marzo de 1902, muerta en marzo de 1959, y para mi padre, nacido en febrero de 1900, muerto en junio de 1959. Se acabó, digo, y me alejo de la iglesia, rehusando la rígida procesión hacia la sepultura, dejando a los muertos viajar solos en el coche fúnebre. Es junio. Estoy cansada de ser valiente. Conducimos hasta el Cabo. Crezco Querido, el viento se desploma como piedras ¿Y qué ocurre con los muertos? Yacen sin zapatos |
13 abril 2008
La verdad que los muertos conocen
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