26 octubre 2006

Te Deum


Ahora es el instante
de ese posible error
en todo cálculo
el disturbio
la espera.
No consigue dormir
no sabe hacer
lo que habría que hacer
ahora es el pasaje
el mientras tanto
si hasta parece que la aguja retrocede
vuelve al gajo anterior
el de la sombra
sólo unos pasos en el sentido ya prescrito:
se desliza la carne en humedades
silbido de aire entre los dientes
se puede oir
el niquelado tintineo de la dádiva
al compás.
No. Dirá: no
a las sirenas que ululan en el vértigo
no
al portazo brutal que da la angustia
no
al roce de cadenas sobre el suelo
de lo perpetuo y fantasmal
desencarnando
no a los ojos
que se posan vacíos más allá de la idea
esa clara señal de que ha habido promesas. No.
En su lugar
la sensación de ascenso y de caída
un cadáver que flota
su cabellera extensa
suspendida
un marchito nenúfar
sobre el espejo deformante
del río inmóvil.
Dirá: sálvame
(el no sabe pedírtelo, no acierta)
eludiendo el mensaje y la evidencia
de signos y de marcas
(de puño y letra su nombre ha escrito)
si ha vivido evitando
enfrentarse al silencio y la palabra
no sabrá hacerlo
sálvalo, entonces
de la soberbia propia del esclavo
y del deseo
que humilla al amo
salva o devuélvelo,
estéril como ha sido
a los flujos que emanan del Agua de Las Aguas.
Que ya no gire, Señor
-en este cósmico delirio-
alrededor de tí
(de mí)
sobre sí mismo.

3 comentarios:

Ruth dijo...

Qué cadencia tienen todos tus poemas, te llevan y te traen en el sentido del sentido...

Ruth dijo...

Lo leo de nuevo, una maravilla. De los que más me han gustado en los últimos tiempos.

inx dijo...

Gracias, Diosa. A ver si nos vemos pronto.