05 diciembre 2006

Allá le dicen bus


Que un grupo de gente se reúna y escriba, no es raro. Que sostengan este grupo por diez años, ya resulta infrecuente. Que este colectivo argentino-español-catalán decida publicar en conjunto y las presentaciones del libro se multipliquen en distintos puntos de una ciudad tan grossa editorialmente como Barcelona, con gente que pugna por entrar y hacerse (pagándolo en euros)de un ejemplar del libro, ya es para celebrarlo como una verdadera rareza.
Karcoma nació en Sant Boi hace más de diez años y desde entonces ha llevado a cabo, con diferentes componentes, actividades siempre relacionadas con la literatura. «Punto y karcoma» es su primer libro publicado.
Roberto Burguet, ha dicho de este libro:
"(...)no se presentarán como generación, ni diseñarán bandera, himnos, países. El suyo lo anuncian como un trabajo de zapa en las vigas de los palacios.
(...)Cuando recibí en mi ordenador este libro me asomé a siete vértigos que atacaban por siete costados.
Toda creación que merece el nombre nos produce una sensación de derrota exaltada.
Nos pone frente a la acusación de no haber sabido hasta entonces ver lo que siempre había estado allí. Y nos pone también delante la oportunidad de redimirnos.
Qué decir frente a la emboscada de esta guerrilla, cuando uno se siente descubierto por siete flancos. Por siete creadores.
Una derrota séptuple, siete veces exaltada.
Carcoma, casi nada.Cambiar el mundo.
Ya han empezado a hacerlo".

Roberto Burguet es profesor de la Universitat Autónoma de Barcelona y autor de la novela «Estaciones breves» (Editorial Tropismos).

En el colectivo Karcoma viajan: Vicente Aparicio, Marc Ballester, Vicenç del Hoyo, Eva Ferreira, María Guilera, Rosana Román y nuestra (como el dulce de leche, y el mate con bizcochitos) Mónica Sabbatiello. Bueno, ella siempre va en bondi.

7 comentarios:

Lost in Translation dijo...

me parece super interesante!

Anónimo dijo...

Parecen más peligrosos que la marabunta...

estenoesminombre dijo...

Me vino la imagen de los Siete Contra Tebas.

Es cierto lo que me contó Aydesa, dice Ud. cosas con una justeza que el alma como que se despega de uno y lo lelva agarradito de la mano.

Anónimo dijo...

Insisto, Alguien va a decirme como puedo procurarme el libro en Paris?
Despues de todo lo que oi, quiero no solo extractos sino leerlo en entero!!
Laura

Anónimo dijo...

Mire, creo que a usted le están reservando un ejemplar, pero para otros parisinos interesados, pueden comprarlo por internet a través de las www de elcorteingles o lacasadellibro.
Si encuentran ejemplares... están peleando por ellos por Gracia, las Ramblas, la Barceloneta.

Anónimo dijo...

Un servidor es uno de los poseedores del ejemplar y, aquí andamos, satisfecho de poder paladear los momentos de cuento... que son intensos y vaya si lo son. Pero lo cierto es que, de momento, sólo he leido algunos cuentos... como los de Monica Sabbatiello que son de alta tensión y me hacen recordar el precepto del capo Woody:

Solo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo y la segunda no me acuerdo. Claro que la selección de relatos no fue azarosa sino que me dejé llevar igual es porque la última vez que estuve dentro de una mujer fue cuando visité la Estatua de la Libertad Allen dixit.(he,he,he ;)) Leed leed Malditos.

Mónica Sabbatiello dijo...

Usted, Fede, ¿cómo habrá hecho para conseguir un ejemplar? ¿habrá peleado a brazo partido en la primera presentación, supongo, cuando se quedó más gente fuera que la que consiguió un mínimo espacio dentro de la sala, una compacta muchedumbre que agotó en un plis plas tanto las copas de cava como los libros de los karcomos. El Corte Inglés perdió su habitual compostura a cuadros escoseces y a tono con el té helado, mostrando algún que otro síntoma de perplejidad: nunca antes, confesaron, había pasado algo así en una presentación de libros. ¿por qué los libros de escritores desconocidos, cuándo movilizaron a las muchedumbres? Los karcomos me han confesado que no saben lo que pasó, porque el público -que no era de las típicas pandillas de señoras jubiladas con montañas de táper para arramblar hacia casa con las tartaletas y los sanguchitos, sí de todo hay en el primer mundo, sino gente suficientemente extraña como para interesarse por un animalejo que escribe silencioso pero constante en su masticación... Un animalejo de siete bocas, y siete corazónes.