09 junio 2007
Impromptus
La ruina incalculable del invierno
el peso de las horas en el cuenco del día
las palabras, los gestos de la mano
que señala o soporta
con la palma extendida hacia los bordes
de la negada aurora,
la noche repentina.
El plan maestro en su cripta inaccesible
la pobreza y el modo
que adoptan las cegueras merecidas,
los aullidos
el turbio pasadizo
donde surge la voz, seca caverna roja.
No hallamos la respuesta: no es aún
la estela de un murmullo
ni una insinuada brisa rozándonos la cara,
pero al fin de esta calle que se pierde
hacia el sur y la sombra
en medio de balcones silenciosos
y opacos empedrados
nos topamos de frente
con la pregunta exacta.
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1 comentario:
Qué hermoso poema, me despabiló. Y después me sumió como en un sopor aliviado. Me dá vueltas la pregunta exacta para la respuesta ésa.
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