Quizá los más sofisticados en la organización del infierno han sido los chinos. Para empezar, creen en la existencia de diez infiernos subdivididos en dieciséis pequeños infiernos cada uno. Allí van las almas a purgar sus pecados, y cumplida su condena, tras beber sendos tazones del rojo caldo del olvido, son precipitados por dos demonios a un río que las arrastra a un nuevo nacimiento.El monarca del primer infierno y jefe de los otros nueve reyes infernales, sobre quienes tiene jurisdicción que se extiende a sus dominios, es Sin-Kuang. Juzga a todos los difuntos y envía a los culpables a la terraza del espejo de los malos, donde ven reflejarse a sus víctimas; devuelve a la Tierra a los suicidas, en calidad de espíritus famélicos, hasta que se extinga el tiempo que debían vivir y al regresar los envía a la ciudad de los muertos por accidente, de la que nunca se sale. Manda encerrar en calabozos a los religiosos negligentes, y les impone la penitencia de completar las plegarias que descuidaron en vida.
24 octubre 2007
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5 comentarios:
Cosa e mandinga!
Y yo que hacia rato no pasaba, mira donde vine a caer!
De los 160 infiernos seguro que el Sin Kuang le dio uno a regentear al turro de Castaño...imagino que a nosotros nos harán algún descuento.
¿Castaño? ¿Aquel horrendo grabador?
Mire, Muscia, los chinos son tantos que multiplican los cielos y los infiernos para poder abastecer el más allá.
El infierno no está tan lejos, inés. Los chinos se van en retórica. Los occidentales del sur, más pragmáticos, lo recreamos a diario.
Sí,el infierno somos nosotros, Bardamu, que me perdone Sartre, donde sea que se encuentre.
Inexita, Sartre se encuentra en un infierno chino, si me da un poco de tiempo le averiguo la dirección. Estoy casi seguro que tiene un blog.
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