23 abril 2008

Procura de la poesía


No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte ante la poesía.
Frente a ella la vida es un solo estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan enemigo de la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu máscara de gozo o de dolor en lo oscuro son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que se prevalecen del equívoco y tientan el largo viaje.
Lo que piensas o sientes, eso aún no es poesía.

No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es la música oída de paso; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza, nada significan.
La poesía (no extraigas poesía de las cosas)
elude sujeto y objeto.

No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas y supersticiones, vuestros esqueletos de familia,
desaparecen en la curva del tiempo, son inservibles.

No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Que se disipó, no era poesía.
Que se partió, cristal no era.

Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, mas no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Helos allí solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si oscuros. Calma, si te provocan.

Espera que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas en el suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concretada
en el espacio.

Acércate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil fases secretas sobre la neutra faz
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le des:
¿Trajiste la llave?

Repara:
yermas de melodía y de concepto,
ellas se refugian en la noche, las palabras.
Aún húmedas e impregnadas de sueño
rolan en un río difícil y se transforman en desprecio.

Carlos Drummond de Andrade

9 comentarios:

Ruth dijo...

Pero qué hermosíiiisimo poema. Me gusta mucho Drummond de Andrade, y éste es particularmente de mis preferidos.

Anónimo dijo...

¡está bien, está bien!: dejaré de escribir poesía.

inx dijo...

Yo tengo una copia en el escritorio, es una declaración de principios, un edicto, un decálogo de lo que se debe y no se debe hacer. No seas tan sensible, Mara y a propósito...¿qué pasó con el blog?

inx dijo...

Minervisha, vos sí que te destapaste con ese poema en tu blog! Muy bueno!

Anónimo dijo...

ese poema de minerva es hermosísimo, sí. me impulsó a inaugurar una sección de posteos seleccionados en el marablog.
en cuanto al diario, lo quemé.
besos!!

inx dijo...

Ah, por eso el humo...

Vero dijo...

Bueno, ya sabés: amo a Drummond, hablamos de él antes.
Me encanta eso de "¿Trajiste la llave?". En varios poemas aparece el tema de la llave, del poeta que tiene que abrir puertas. Hay un poema muy posterior a éste que se llama "A chave" ( es del libro Corpo, del '84), empieza así: “E de repente/ o resumo de tudo é uma chave./ A chave de uma porta que não abre/ para o interior desabitado/ no solo que inexiste, mas a chave existe./ Aperto-a duramente/ para ela sentir que estou sentindo/ sua força de chave”. Traduzco, ya sabés, medio chapurreado, no confíes mucho, una orientación nomás, medio dudosa: Y de repente/ el resumen de todo es una llave./ La llave de una puerta que no abre / al interior deshabitado / del lugar que no existe / pero la llave existe./ La aprieto fuerte / para que ella sepa que estoy sintiendo / su fuerza (poder) de llave.
Parece que el poeta quiere permanentemente entrar a un lugar que le es vedado, ¿no? Hay algo kafkiano en eso (¿te acordás de Ante la ley? Eso de: esta puerta era sólo para vos, ahora la cierro. Algo así).

inx dijo...

Sí sí sí, Vero. Siempre las definiciones rondan al "saber que no se sabe".

Mónica Sabbatiello dijo...

No es que me sienta acojonada... es que se me antoja imposible.
Pero al menos, hay una llave.
Precioso poema.