29 agosto 2006
Sacro
Cuando terminó de trazar el bisonte, lo pintó y observó por un rato la imagen en el muro. Salió de la caverna, aún era de día y no había allí nadie que pudiera verlo y comprobar que llevaba en sus dedos restos de pintura, nadie que supiera su nombre o recordara su rostro. Era un hombre, podía representar (lo haría luego) su figura junto al animal, podía colorearla y agregar unas flechas. Era un hombre. Estaba solo entre otros hombres, compartiendo sus dioses.
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2 comentarios:
Es casi como describir al "hombre" del ahora. Ese que crea en cualquier rincón de la tierra sin más observación y contemplación que la de él mismo.
Un gusto leerte.
Sí, el hombre siempre es el mismo. Gracias por leer.
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