13 febrero 2007

In God we trust


Allí donde los días
adheridos
han formado una masa
oscura, informe
una nube de insectos que devora,
en esa fría región de lo posible
-un arrabal de niebla detrás de los suburbios-
donde nadie se encuentra
donde nadie ha deseado pasar,
haber estado
alguna vez, siquiera;
en esa cueva donde crece
el cáncer del exilio o la intemperie
extendiéndose
como el verdín sobre las piedras
-siempre pisando los talones de la lluvia-
desde allí, en el momento
en que parezca más absurdo alzar los ojos
verás el surco del relámpago en el cielo.
Desde oriente a occidente, iluminando.
Una grieta o un tajo de puñales brillantes
indudable, real como los cuerpos
que contiene y desborda,
eso que nombras cuando
te diriges a otros
desde el revés del ojo que te mira,
la cruz de una moneda
cuya cara herrumbrada dice valer, inventa
la justa cifra:
qué debemos y a quién.
Allí estará, al final,
el que te busca
(hasta que sangren sus nudillos
y te plieges de pánico o de alivio)
a tu puerta, golpeando
ese día final que será el día.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

bello poema. En la entrada de abajo un comment sobre Lazlo
saludos,
esteban

Anónimo dijo...

In God we trust and in Giuda we must!

Anónimo dijo...

Y esa Hil de allá arriba no soy yo, Inx. Saludos. Apocalíptico y hermoso tu poema. Es incre´´ible lo que haces con una imagen.
Saludos.

Hildrun