Rasante y necesaria
con el apremio de los dioses
la repetida cópula
que engendra y que devasta
como el aura de un incendio en la pradera
donde pasta un rebaño
de corderos oscuros,
así se cierra el día:
bajo este cielo gris
el lazo que lo ciñe
al rubor de un crepúsculo.
1 comentario:
Bue... Este es bellísimo, bellísimo. ¿Qué decir? Nada: de lo que no se puede hablar hay que callar, decía Lucho.
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