30 diciembre 2007
Composición de lugar. La epifanía.
Mirada desde aquí
la casa es una mancha de color
estampada en el campo
un rumor al oído, el
roce en una llana superficie,
la inesperada
intuición de esas almas
que podrían tal vez
(ah, sí, tal vez... ahora que sonrío cuando no llega el sueño en lo alto de la noche)
ser nuestras y únicas:
un grumo de frescura
en lo íntimo del río.
Las copas de los árboles
y el agua entre las piedras
crujen
como entre los dientes cruje la corteza
del pan dorado deshaciéndose
-ahora hay dos menudas bocas que alimento
con toda la dulzura que entra en mí
cada vez que me abro-
Respiro un aire puro y el cielo es tan abierto
que puedo ver los surcos del vuelo de los pájaros,
sus alas y tus manos están haciendo el tiempo,
con su molienda fina, la mixtura deseada.
Nos está dado ver desde los cuatro puntos,
palpar, desde las puntas de los dedos
el botón de la rosa,
el centro en que converge,
el acuerdo amoroso que alcanzaron los vientos.
Yo del amor recibo
la clara certidumbre de tus ojos
de mí en el mundo queda, esta idea perfecta
labrada por la fe
como un cristal impuro, todavía.
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3 comentarios:
Bello, bello... El último del 2007?
Bellísimo este poema. Equilibrado, redondito.
Sí, resultó el último.
Equilibrado ya es mucho decir, Franco. Buen año para vos, un beso.
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