22 junio 2006

¿De qué hablan?

Ha dejado ese rasgo,
esa memoria
sus lágrimas
sus rapaces amores,
sobre un telón oscuro ese deseo
del cenital que sigue
la luz para su estrella.
Tuvo a la mano el medio,
los fines
se estrellaron más lejos:
un meteoro brutal
el agujero
su atmósfera de cripta
ese sosiego
que vino de la mano de la muerte
acabando los cuentos.
Se empecinó en vivir
negando la esperanza
que afirmó en cada soplo
cada latido,
su más allá era deuda
mentira innecesaria
aromada de incienso
descarnada,
sin embargo
celebraba lo oscuro
en sus fragmentos
hilachas de ese cuerpo
que débil, se rendía.
Alguien debió decírselo:
no es ahí, no es ahí,
pero es posible
que no pudiera oír
hay un encanto
un conjuro que envuelve
cuerpo y dolor.
En sus ojos vacíos
duerme una fe invertida
resistente, apegada hasta el fin
empecinada. Renegamos de todo
y aceptamos llamarnos,
nos rendimos al fin
ya circunscriptos
definidos por otros,
al nombre que nos dieron.

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