10 junio 2006

Leo y copio


"...Cuando una soberanía lleva "un cierto tiempo" subsistiendo se supone que la crudeza con que ha afirmado su fuerza ya se ha rodeado y cubierto de la douceur de una costumbre, de una aceptación prolongada, en suma, de una tradición. Así que la tradición ya no servirá para reinvindicar el origen, sino para ocultarlo. Los grandes *Aufklarer, los terribles iluminadores, hasta Nietzsche, Freud, siempre han sido fanáticos buscadores de orígenes y genealogías; ése era el peculiar "nefas" de Occidente que les atraía y les deslumbraba. Colmando el vacío de ese origen fallido, pensaban que finalmente resultaría posible descender sin engaño hasta el presente; descubrieron entonces el origen como engaño, eligiendo con ese gesto el engaño en el que "ellos" querían caer, que hasta el final les atormentaría.


En la legitimidad se unen las dos operaciones fundamentales que se realizan en la mente: la analogía y la convención, ramas que se bifurcan de un solo tronco: la sustitución. Para la analogía, la única legitimidad es la de la sagrada investidura, que desciende por resonancias y simpatías a lo largo de todos los peldaños del ser. Allí donde se extingue esa resonancia, ninguna legitimidad es admisible. Para la convención, la legitimidad es el primer ejemplo de ese acuerdo arbitrario que permite hacer funcionar todo tipo de mecanismos, desde el lenguaje hasta la sociedad. Como siempre, la convención no se preocupa en este caso de esencias ni de sustancias, sino de funcionamiento, y está dispuesta a permutar (ella, que es el alma misma de la sustitución) una forma por otra..."

(*La palabra se escribe con diéresis en la segunda a. Este teclado no me permite escribirla)

ROBERTO CALASSO
"La ruina de Kasch" Adelphi, Milán, 1983. Anagrama, Barcelona, 1989.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"Ä" se reemplaza en alemán mismo por "AE". De nada.

inx dijo...

Qué suerte que mi hermana está en Alemania y no le interesa el fútbol, a estas horas.