19 enero 2007

Sucesos

Para Gabriel, por los sucesos de ayer en Trieste, por lo que hablamos, por Olivia.


En el mundo,
lo sabes
-con dolor lo aprendimos-
a menudo no ocurre casi nada:
en la deriva de la noche
las estrellas nos miran
a flote, y en silencio
la esfera extática soporta
el neutro ruido
de todo lo que en tierra
hemos imaginado.
Pocas veces se enfrentan
el deseo de entrar
y la puerta
entonces,
-sólo entonces-
ese raro momento que inaugura.
Querrías voltear
con un soplo de fuego
las almenas más altas del palacio encantado
allí dentro
alguien delira, sofocada
agregando unos trazos al mapa del tesoro
-los sinuosos caminos son el curso del goce-
la altura de las torres
eleva lo que esconden
puede ser, por momentos
una hendija de luz amarillenta,
un macizo candado
o el batir de las puertas
entregadas al viento
cuando no queda nada
que merezca reparo, denegación, astucia.
No ocurre casi nada
casi nunca
pero sí con mixturas
de lo astral, lo pedestre
se conforma un misterio,
se amasa un gran suceso que renueve la vida
y así vibra la capa profunda de los cuerpos
(la sustancia sutil nos licúa y derrama
para siempre encantados)
y sobre el lino puro que recubre los lechos
se bordan iniciales de un ignorado nombre.
Pañales y mortajas
con un hilo de seda del color de la sangre
que diluyen tan sólo
las coloreadas aguas
del semen o las lágrimas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Inés...espléndido,del principio al final.
Señora, señora...quiero un libro suyo en las manos.