16 enero 2008

Al mirar a Atenea, su pecho ribeteado de serpientes, su rostro limpio monocromo, advertimos qué es lo clásico: un híbrido entre lo bárbaro y lo neoclásico. En un punto determinado de su historia, cuando los palacios estaban incendiados, la escritura perdida, el oro inhallable, en un punto determinado de su historia del cual bien poco sabemos, porque no nos ha dejado palabras ni monumentos, los griegos eligieron la perfección contra la fuerza. La fuerza sueña una expansión indefinida, la perfección no puede. Sólo es perfecto uno de los innumerables puntos del proceso que transforma sin tregua lo existente. Pero ese punto tiene un vicio oculto, que aterroriza a los griegos: el punto perfecto es el que cierra, el que da la muerte. Sólo en la experiencia de Eleusis esta enorme dificultad parecía disolverse. Por ello, los griegos nada respetaron tanto como a Eleusis. No era uno de los habituales y tediosísimos misterios agrarios lo que se celebraba en Eleusis. Era la combinación de lo perfecto y de lo muerto. Eleusis no se dirigía a unos campesinos preocupados por el retorno de las cosechas. Eleusis se dirigía a los enfermos de la perfección, para que sanaran de su enfermedad. Allí, y sólo allí, se ofrecía una perfección que no muere. Quien regresaba de Eleusis reía y lloraba como todos. Pero sólo él podía decir que reía y que lloraba. Porque aquella risa y aquel llanto vivían ya "después" de la perfección, no como sus débiles presagios.

Roberto Calasso.
Las bodas de Cadmo y Harmonía

5 comentarios:

luks dijo...

interesante blog
saludos

Vero dijo...

Este tipo escribe tan bien que si estuviese inventando todo igual lo admiraría. Hay música en lo que dice, no sólo en la forma, sino en la concatenación de las ideas.

inx dijo...

Ya lo dijo él mismo citando un antiguo texto indio:
"El mundo es como la impresión que deja la narración de una historia"
De modo que allá la Historia con sus documentos y sus supuestas verdades, ¿no te parece, Vero?

Vero dijo...

Cómo no me va a parecer. Besos.

Profesora Spoturno dijo...

Al volver a leer esto, y mis comentarios de hace 13 años atrás, pensé en este otro intertexto para traer al ruedo: “La vida es como un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y de furia, sin significado”. Adiós, Calasso, nos veremos en tus libros.