03 diciembre 2005

Viene


Aceptas
la brisa sobre el cuerpo
cae la lluvia ahora
deja
la humedad de las ropas
siente
lo que en la piel
el reciente calor dilataba
ahora el frío eriza,
tus pies siguen un rastro
más allá del perpetuo movimiento
un señalado rumbo
el dedo
ese dedo que ves o me atribuyes
(insensato)
o imaginas
en la decapitada Nefertiti
que en Berlín te arrasó.
Apenas sugerente
más allá de lo cálido
lo helado
sólo una línea fina
evanescente casi
un dibujo
que desaparece
al compás del camino de tus ojos
atribulados, bárbaros
como todo en los hombres,
si aún en este cielo.
Dones:
lo demasiado hermoso
muere
cada vez
que intentes contemplarlo.
En el ser de los leños
a medida que enciendes.
La ceniza,
el destino
como la lluvia ahora
precipita.
No obres,
ahora es esta espera.
Como la lluvia
sabes.
¿Siente tu espíritu
el rumor?
Hacia tu boca oscurecida
lenta al principio
cuidadosa
se dirige
radiante
la palabra.

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