11 septiembre 2006

Dúo de prueba




















Efímero en abrojos

Eduardo Nico (Magoo)

De improviso te puede invadir
La súbita necesidad de hacer cosas
Que nunca has hecho
Puedes encontrarte rengueando una mañana
Al salir a caminar
Y de regreso a casa
Comenzar a ladrar y caminar en cuatro patas

De improviso te pueden invadir
Y sentirte atravesado repentinamente
Por cientos de animales en fuga
Pero esa sensación extraordinaria
Es igualmente menor
Respecto de la velocidad de tu sangre
Podés llegar a pensar que te está por explotar el corazón

A veces la gente del campo
Se reúne a tu alrededor para mirarte
Pero el ruido del flujo es tan fuerte
Que cubre todo lo que rumorean
Y el dolor es tan grande
Que quisieras morir para no sentirlo más
Pero no morís

Al final cuando el dolor se aplaca
Te adormentás
Y en el sueño te preguntás para qué sirve dormir
Ese sueño sin sueño y sin imagen
Ese efímero vivir entre abrojos
Nada podrá entonces suceder mientras no te despiertes
(De esa pequeña eterna muerte)

Entonces al abrir los ojos
¡Te descubrís siendo un Dios!

Todo asume un carácter exorbitante
Sentís una fuerza física explosiva
Y tu mirada es tan aguda
Que ves a los animales de presa
Antes que ellos te descubran
El ritmo de la selva fluye armónicamente por tus venas
Y las plantas parece que se inclinaran a tu paso

Esta es la estación reservada al poderío de las almas
El período de las trampas
Y mi espíritu saliendo del cuerpo yoico
Se prepara para la caza
Durante el tiempo de las trampas
Se debe reducir al máximo la dieta
No cojer con ningún tipo de bicho o de mujer

No matar animalitos al pedo
Ni siquiera aquellos que vienen casi a pedirte por favor
Que los revientes
Los animales hablan mucho entre ellos
Y matando alguno no se haría otra cosa
Que provocar inquietud en sus espíritus
Siendo así estarán alerta


Dirán al tapir que ese otro tapir
Que se acerca y sonríe
No es más que el simulacro de un alma humana
Y la trampa fallará
Vermes, larvas y termitas, pueden ser comidos
Pues no saben hablar
Como los otros animales

Y también las tortugas
Y los perezosos
Porque hablan tan lentamente
Que el nivel del río habrá descendido
Los pantanos se habrán secado
Y el período de las trampas habrá terminado
Para cuando ellos concluyan

Es importante encontrar un sendero
En el que las huellas pasen entre dos árboles
Y construir un arpón sólido
Emplazándolo a la altura del corazón
Para que sea mortal
Luego cubrirlo cuidadosamente
Con ramas y cortezas
Incluso el estúpido tapir
Que se hace engañar por el absurdo grotesco
De un alma travestida, que dice:
-Soy tu amiga-
Reconocerá a lo lejos una trampa
Si no se cubre cuidadosamente con follaje
El arpón puntiagudo

El día siguiente y los otros dos
Los dedicamos a recoger hierbas curativas
Y fruta que todavía crecía silvestre
En las antiguas chacras de un pueblo
Esa noche vi en sueños
La trampa dispararse:
-Al alba-

Partimos a las cuatro
Llegamos al lugar poco antes del clarear
Entonces sentimos el rumor seco y un grito
Un tapir enorme
Se lanzó sangrando contra los arbustos
Y a los pocos metros (en el abrojal)
Cayó muerto

A veces (como ves) te encontrás haciendo cosas
Que nunca hubieses imaginado
Sin embargo es la memoria
La que nos impone su historia
Con su consecuente identidad
La memoria es el engaño
Y el deseo su trampa

Te cuento esto para ayudarte a cambiar
A pensarte otra
Quisiera que cambiases tanto
Que mi memoria no te alcance y reconozca
El día tras la noche ha de ser
Se trata sólo de aprender
Y luego adivinar

Sección Aurea

Inés Pereira


Adormentado:
dormido en su tormento de
ser otro, que es él mismo
el que se apega
como abrojo que extiende
sus espinas pequeñas
que reclama contacto,
fusión y fuga
al cuero, al cuerpo, al uso acostumbrado
la historia es ese hábito
que te miente los días
uno detrás del otro
todos encolumnados
marchando
ese uniforme sin rasgos distintivos
la masa informe
la multiforme vida.
Ahora es el ahora
no hay memoria ni hay sueño hacia el futuro
el corazón estalla con estruendos
que los que oyen, advierten,
se preocupan por vos:
corren y hierven agua, te acercan
las hojas y las ramas
para esconder tus trampas
-tan ocupado estás,
te ven tan triste-
protegiendo tus débiles defensas
de la astucia que orna
la frente de las bestias
el animal salvaje que zozobra
en la mirada urbana que nos queda
a esta altura del sí
del saber de lo otro
con tan diezmadas fuerzas
tanto errante poder
errado
herrado
duro como el arpón
que afilarás, porque algo se aprende
algo.
Pero es verdad, también,
detrás de tanta sombra,
que en la densa hojarasca
algo nuevo y distinto
se conforma y titila
con un brillo inquietante.
Tiene la forma de lo bello,
es perfecto, es armónico.
Así se roza al fin,
adivinando
(¿de dónde vienen estas cosas
quién nos dicta lo cierto, quién nos lleva?)

Das con la cifra áurea, de improviso
comprendes, sin saberlo
la ley de la sagrada geometría.

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