25 septiembre 2006

Obras


RODIN


Vienes del fondo
sus manos fuertes te alzaron hasta aquí
desde un silencio indócil,
te adivinaron en las grietas
del corazón sellado.
Estás y te derramas
en dulces líneas
que fugan a un espacio compartido.
Rozas tu espalda con el aire
-la habitación ahora te respira-
tienes el alma
que consiguió la suya percutiendo
a golpes de martillo
sobre la obstinación de la materia.
Así la ruta de su deseo
reverbera en sonidos
así golpea
y la dureza de tu captor se rinde
a la tráslucida intención de la verdad.
Te vuelves suave:
su empecinado amor
te ha consagrado.

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