10 agosto 2005

Velos














Es trabajo de la ilusión superponerlos, capa por capa, dotarlos a veces hasta de un extraño brillo, un brillo falso, desde luego. Con paciencia y de a poco, día a día, encantándose con el resultado de una forma caprichosa, como si fuera posible la creación de algo concreto con puñados de arenosa nada. Pero lo endeble cae, abruptamente. Se levanta el cerrojo, se descorre el velo. Se ve, se ve claro, real, inapelable. Si las lágrimas acuden en ese instante a los ojos, la visión de la verdad quedará, otra vez, suspendida. No lamento la verdad. Con dolor, la celebro. Agradezco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

aunque lo que no tenga es remedio, sin duda, es para celebrarla.
aunque duela.