
Abrir los ojos al mundo
en la esfera lechosa
del cuerpo de una hembra descastada.
Cuando sus contornos no alcanzan siquiera
los límites del valle
la paz o el desconcierto
de las aguas del Arno
que escapan hacia el sur, buscando el mar.
Aún la tierra es plana.
Abrir los ojos
y que el suelo y el cielo
te formulen preguntas
a través de las especies y las formas.
Descubrir
las imágenes maestras inquiriendo.
Sin otra voz que el llanto todavía,
recibir la señal
que tendrás, hasta el fin,
sobre la frente.
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