18 enero 2006
Carta hacia el sur
Te tocó llevar el nombre del viejo. Pelearle su insoportable primacía hecha de audacia (basada sobre todo en su infinita inconciencia) violencia atávica y adquirida en sus diez años de guerras, su inteligencia aplastante, su idea de lo que un hombre debe ser, enseñada y aprendida a los golpes. Te tocaron dos hermanas mayores implacables, un hermano menor que es quien nos premia con su castigo, nos obliga a reunirnos, a repensarnos en un lugar comprometido del amor, ese que nos imponen los que nos necesitan, los que por alguna razón están más desvalidos. Te tocó tener ese enorme corazón que mamá convirtió en argumento inapelable para tu defensa. Te va a matar (eso digo yo) la tentación y el abuso del verbo. Así y todo, no puedo no pensarte sin ternura. Cabezón en todos los sentidos, sentimental hasta el bolero, generoso, gracioso, gracioso, gracioso. Casi nadie me hace reir como vos siempre lo hiciste, no hay un sólo tipo que haya conseguido que le planche una camisa, como vos lo lograbas, siempre. Extraño a veces el sonido de tu saxo dentro del placard, tus novedades discográficas, tus opiniones y esas frases -seguramente inventadas- que atribuías a algún personaje famoso sin que nadie consiguiera jamás que le revelaras la fuente. "Cuando me esté muriendo, sólo quisiera oir la voz de Sarah Vaughan", por ejemplo. Cuando me esté muriendo, Fernando, Fernandito, yo quisiera saber que mi hermano favorito pudo llegar a ser un hombre feliz, amado, sosegado. Uno de los que más amo en este mundo, vos lo sabés. Y no te pongas a llorar, sólo tócala de nuevo. A ella le gustaba.
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3 comentarios:
Inx, "rien a dire"...me conmovió.
Es él. Tan él. Un hombre corazón. De tan grande duele, a veces. No supe estar a su altura, otras tantas. Y huí a veces. La música de tus hermanos abre la tierra en grandes grietas. Yo las vi.
Así fue que se hundió nuestra familia... Sonamos, finalmente.
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