25 marzo 2006
El día
Guardas allí
en el hueco de las manos
el núcleo de la noche
su mar oscuro te convoca
en el silencio,
esa humedad que aquieta los timbales.
Lloras o cantas
la brevedad del día
celebración dolida del ocaso,
rueda inasible.
Tantos rozando
el cuerpo del deseo
vertederos de un agua que se enturbia
goce,
delirio.
Fugacidad.
Perseguimos lo eterno
-fue tan breve la carrera infinita-
en los signos no vimos
más que rasgos difusos de algo antiguo
era un arco quebrado, evanescente
una letra irreal,
el fatuo fuego
de un falso sacrificio.
Demoramos la nada
desde el alba
al crepúsculo.
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