16 agosto 2005

Verde. Rojo.

Es un verdor de fondo.
Descalzo. De mañana.
Telón de la mirada. Transparencia.
Es verano. Es un banco de la Plaza Lavalle.
Es la noche en el puente.
El fuego escaso. El frío.
La moviola: sus cintas.
Ay, papeles febriles. Regresos y regresos.
Más regresos.
Salvo aquella montaña
(la arena de la infancia)
sólo el polvo en los años sucesivos.
Rojo sangre. Se cierra.
Tabaco Caporal. Caricia delicada.
Rojo. Cierra.
Cómo vuelven sus ojos estos días.
Rojo es fin de lo verde.
Morirse es la penúltima crueldad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

morirse es la penúltima crueldad!!!!

qué verso.

pero: porqué la penúltima y no la última o la primera. o la primera es nacer?

un beso,

inx dijo...

Porque después hay más. Las del recuerdo.

Miguel P. Soler dijo...

La última crueldad, me supongo, es la corrupción de la carne (¿o es la resurrección?)
Del verde al rojo: me hace pensar en "el corrimiento al rojo" del que hablan los astrónomos: la luz de las estrellas, a medida que se alejan, se va corriendo en el espectro de colores. Luego se sumen en la invisibilidad, fuera del límite de la percepción o del universo.

Es bello ver como un poema origina una concatenación de imágenes afines, como si viniese a presionar nuestros párpados, produciendo una pirotecnia de fosfenos bajo nuestra mirada cerrada.

Perdón por la irrupción.
Saludos.-