De tu cuerpo
no quiero
tener más que tus ojos.
Añoro los paisajes que ellos miran.
El mínimo detalle
que me incluya
una luz pasajera
-ese destello-
me alcanza para verte
más grave,
más entero.
En la viva extensión
de la selva a la que se abren
por fin, me reconozco.
Te enfrento,
te acompaño.
Sin besos. Sólo el fuego furioso.
El Deseo.
25 octubre 2005
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