31 octubre 2005

Plegar. Plegarse.

Para Magoo, por toda la belleza que le debo.


El desorden
fue imponiendo su cifra
restando luz al día
encegueciendo.
Tornados, refucilos
ansiosos huracanes
desbordaron, mellando las orillas.
Debí. No pude
sortear aquel obstáculo.
Crecía, así son estas cosas
cada peldaño duplica al que sucede,
permite que se midan los siguientes.
Me aparté de la serie
en nombre de unos lazos.
Carne seca
causa antigua de semilla envenenada.
El mórbido Narciso
por amor al reflejo, olvida la substancia.
Todo puede saberse, si todo está a la vista
el mundo es obvio,
lo velan nuestros ojos
vueltos sobre sí mismos
la obstinación del fuego
la volátil ceniza que los nubla.
No había mayor dolor
que el que ahora regresa
a las manos vacías.
Las uñas que aferraron
lastimaron las cosas,
quisieron retener
todo eso que gira.
Lo móvil no se atrapa sin pena para todos
-si vibra debe hacerlo al modo que le es propio-
Estas uñas quebradas
dejan surcos de sangres infinitas
(la sangre es tan antigua)
No pude. Me olvidé
alrededor de mí estaba la fiesta
de todo lo que amo,
liberado, bailando.
El pozo inagotable
vierte su agua en la vida
no reclama, se ofrece.
Sirve al hombre, a los campos
así bebe lo grande, se sacia lo menudo
todo abreva en el húmedo tesoro
excavado en la tierra, con paciente equilibrio.
Quebré un cántaro
traté con ligereza
un delicado corazón,
su pura escencia
el centro del latido
que organiza el compás
del universo.
De rodillas
espero la marea.
Duele la arena,
acepto lo que deje.
Es justicia del agua:
traer lo que nos trajo,
llevarse lo que lleva.

3 comentarios:

damaris dijo...

recién, antes de pasear por tu bosque (este bosque y esta voz tuya que dan gusto!), también yo en mi blogui nombré a narciso. ups

inx dijo...

Hace mucho que no se daba una vuelta por el bosque.

Mónica Sabbatiello dijo...

Qué intenso.



Pleno.