Esta es Lucila (la hija mayor de mi pareja) un poco mía, también.
Dale la flor
no olvides
la cesta con los frutos
las cerezas que brillan
del color de la sangre
una verde manzana
dos racimos dorados de uva blanca
dale también
el mapa
con un trazo sutil
marca la orilla del arroyo
la posibilidad de la cascada
caídas de agua
fresca
traslúcida
dale la túnica y sandalias
resaltan los aromas de los frutos
sus perfumes
su magia
dale un nombre, después
que tu lengua articule en voz muy baja
la dulzura secreta
la vida es breve
basta ser joven para ser
de una belleza única
los dioses a esa hora se derraman
habitan en el mundo
después
de a poco lo abandonan.
En la memoria de los viejos
el tiempo es el tesoro que reemplaza
si se evoca lo bello
vuelve la luz del sol
se refleja el diamante
en la mirada.
28 marzo 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
por un instante se disolvio la dualidad
Guarda los tiburones!
Ya llegaron a la orilla, Omar. Lo inevitable.
Publicar un comentario