10 marzo 2006
Prueba
Y entonces, nos parece posible
lo que era incierto ayer, cuando el futuro
recogía en un cesto
el don y la plegaria,
el verbo,
El Verbo.
Acá estás.
Esta soy
o al menos, todo esto resulta
la final apariencia
la forma, ignorada hasta el momento
(la convocada forma de la idea
tejida con las brumas
sueño-ensueño)
¿Es más cierto, es real,
es aquello en lo que se puede pensar,
conjeturar, creer?
¿Carnadura o carnada
para los huecos-trampa?
Los peces de la boca, moribundos
los cuervos que se crían, en los ojos
la cigarra al oído
o el consuelo del sexo.
¿Apena?
Algo más es apenas
la estela de la estrella,
la cola del cometa,
el broche en la solapa,
los trazos que decoran:
-lo sutil es la arcilla,
la materia del vaso-
y el agua que provee
sobre la sed antigua
de los resecos, dobles
los repetidos labios
juntos. Mudos.
No, nada tienen al fin, para decirse
los que en verdad, se saben.
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1 comentario:
¿Será por eso que siempre es mejor no saber o al menos no saberlo todo?
Leonor Acevedo parecía saberlo todo. El hijo, dudar de todo.
Y Estela, saber de sorpresa que la vergüenza es lo imperdonable: "lo que que más puede separar a dos seres humanos".
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