Para Omar Genovese (Después de leer Kaputt, decidí dedicártelo)
Pensó decir
se apretaba en la lengua
una sola palabra
se revolvía allí
sin decidirse
pensó pensar antes de hablar
se pensó estúpida
indecisa
la sentencia a menudo
tan en la punta de la lengua
tan prontas lápidas
aplicadas sobre cuerpos catalépticos
y eso que desde el fondo
aprisionado
rasguña por salir
por demostrar
su todavía hálito viviente
ese respiro desesperado
pensar vivir
poner el cuerpo
bajo tierra
el corazón
late que late.
¿Piensa el verdugo?
No.
El verdugo ya se sabe.
11 noviembre 2005
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4 comentarios:
tanta alegría me hace creer en las palabras.
aunque ya lo hacía,
no caben dudas,
en mi corazón anidan.
Me alegra que se alegre. Dicen que la alegría está en el corazón, y además, es expansiva. Acaso las palabras, también. ¿Dónde podría anidar el Verbo?
El verbo, por su índole activa, tal vez en las conductas. Pero creo que más en el pasado de cada uno y es porque el pasado se nos hace tan íntimo e insoportable, que lo creemos digno es aquel cuando proviene de la divinidad. Y más riesgoso aún: creerse dueño del verbo es el primer síntoma del verdugo.
Tamos.
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